En 1880 James Bonsak patentó una máquina que elaboraba 100.000 cigarrillos al día, con esto, el precio del tabaco bajó radicalmente y las compañías tabacaleras presionaban para colocar su producto cuanto antes. Así los fumadores empezaron a consumir cigarrillos a ritmo de chimenea.

Para ello, lo primero que hizo la industria tabacalera fue repartir cigarrillos gratuitamente a los soldados de la guerra. Más tarde vino la publicidad y el marketing, y por último el intento de desprestigio a los estudios científicos que se oponían al consumo de tabaco. Esto se hacía invirtiendo disimuladamente dinero en otros estudios con conclusiones favorables sobre la capacidad del tabaco de generar dependencia y problemas de salud.

En cuanto a la publicidad, el tabaco tiene como objetivo hacer creer al consumidor que compra valores, ilusión, belleza, juventud, aventuras… para movilizar los sentimientos, emociones y valores.
Como ejemplo de campañas del tabaco todos recordamos la de Marlboro Country, en la que un vaquero nos mostraba hombría y aventuras. O como Lucky Strike nos vendía belleza y juventud.

Por último, otro recurso de la industria tabacalera es la de patrocinar grandes eventos deportivos por todo el mundo, en países donde la publicidad del tabaco está prohibida. Como principal ejemplo encontramos los Grandes Premios de Fórmula 1 o Moto GP, dónde hasta hace poco Marlboro patrocinaba a Ferrari o Ducati y Camel, su gran rival, a Yamaha.

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